"... Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso... "
Lc. 6,36
Dicen que la venganza es dulce,
tal vez lo sea, aunque...
¿no crees que sería más dulce perdonar?
Sí... desearías lo peor para quien tanto mal te ha hecho,
te hirieron, te dañaron, te lastimaron,
te ofendieron, en tu vida ya nada será igual,
solo sientes que vivirás para vengarte,
que tu enemigo u ofensor no vivirá para contarlo.
Te comprendo tanto hermano mio,
porque nadie se hará carne de tu dolor,
nadie podrá saberlo, solo tú y Dios,
pero piensa por un minuto ¿valdrá la pena?
después de consumar eso que tú llamas justicia,
¿gozará tu alma de paz verdadera?
¿que sabor tendrá tu conciencia?
¡Ay pobre amigo mio! que no puedes perdonar,
con ese corazón rencoroso y vengativo
¿adónde quieres llegar?
¿No comprendes que al ensuciar tus manos
de sangre te convertirías en otro criminal?
Solo Dios nos da la vida y nos la quita,
nadie tiene derecho a matar,
aunque te cueste creerlo, Dios nos quiere por igual
y mucho te sorprendería lo que algun día
en el Cielo puedas encontrar
Pues si en su último suspiro
un pecador sinceramente se
seguramente lo perdonará,
difícil de aceptar, pero es su Santa Voluntad,
y el que no se arrepiente
sabrá los tormentos que le esperarán.
Deja pues que Dios haga justicia,
que es lento para la cólera y generoso para perdonar
aunque tarde, siempre escuchará,
confía plenamente en su Eterna Sabiduría.
El amor y el perdón son un aprendizaje
que la vida nos da en nuestro largo peregrinar.
Es irreparable ese sufrimiento tuyo
te sientes como un animal herido,
cegado por el dolor,
pero antes de cobrarte esa deuda,
piénsalo... piénsalo...
que tu impulso enloquecido
no te haga despues lágrimas de sangre llorar.
Recuerda siempre, venganza no,
justicia es la mejor opción
para que pueda vivir un día en paz tu corazón.
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