lunes, 24 de enero de 2011

TU CRUZ, MI CRUZ



"El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga”
Mt 16, 24-28

Por cruces estará siempre marcada nuestra vida,
de todos los tamaños, pequeñas, medianas y grandes,
pero siempre hecha a nuestra medida;
una cruz que llevaremos en nuestro calvario
de penas, de sufrimientos, de enfermedades,
de desengaños, desesperanzas y luchas a diario.

Cada día que amanezca nos esperará un problema,
una mortificación, una queja, una derrota,
un discusión familiar o en el trabajo;
se nos hace tan pesada esta vida,
esa cruz que sin ser de madera, nos quiebra,
no soportamos su peso, queremos dejarla, perderla.

Tu prójimo pareciera que no sufre como tú,
como él quisieras ser, cambiarle su cruz por la tuya;
pero cuando te acercas un poco más a verlo
su sufrimiento es peor, te has dado cuenta,
Y das gracias a Dios que tu padecer no pese tanto..

Sigues, porque no hay otro camino que esta vida
la que el Señor nos señaló para sufrirla,
siempre con alegría, porque no todo es tormento,
habrán alegrías aunque el hoy traiga su pena.

Necesitas aliento, alguien que te ayude a entender,
alguien que recoja tu cuerpo cansado, tu llanto,
Hermano, si miras a Jesús clavado en la cruz
sabrás que El es el único motivo para continuar,
para seguir en la batalla que estás librando.

Hay días que todo es gris, mal presagio,
que nada mejora... toca soportar y seguir aguantando,
mas aunque parezca insoportable ese madero que llevas,
míralo bien: Dios lo hizo a tu medida,
nunca te lo dará más grande,
ni más pequeño, ni más liviano ni pesado,
es el tuyo, el que mide exactamente como tú.

Cuando te levantas y te acuestas
ya agotado de andar, abrumado de penurias,
deseas quejarte, lo sientes tu derecho, tu consuelo,
pero acuérdate que en esa cruz que el Señor te escogió
te sirvió para lo mejor, para acompañar a Jesús
porque al sufrir y padecer estuviste con El, sin saberlo,

Bendigamos nuestra cruz, esa que nos tocará mañana,
esa que cargamos ayer, esa que colgamos hoy,
nunca deseemos arrancarla, ni tirarla,
porque hacia cualquier destino que vayamos
habrá otra igual o distinta, esperando;
así estemos tristes, acongojados, malhumorados,
incrédulos, inconformistas, negados, en continua rebeldía,
será nuestro deber, ¡bendito deber! hacia el Redentor.

Bendita cruz que nos guías por el camino
para seguir a Jesús, el Nazareno;
no nos quites Señor este madero
si nos ha de servir para seguirlo,
¡bendita la cruz del sufrimiento!
la que Dios nos ha cosido a la medida
para que al llevarla sobre la espalda,
demostremos amor, sacrificio y renunciamiento
a quien ofrendó por nosotros, su sangre, su vida
en la más pesada de las cruces,
la que tú y yo seríamos incapaces de cargar.
¡Bendita la cruz que llegue con el día!
Alabado sea Dios.

2 comentarios:

  1. Hermosa reflexión para entender los pesares cotidianos, las tristezas que cargamos se vuelven tan pequeñas cuando comprendemos el inmenso amor de JESUS que cargó con la pesada cruz de nuestros pecados-

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  2. Gracias Mirta por tu reflexión, Dios te bendiga, un abrazo

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