viernes, 19 de agosto de 2011

CRISTO DE MIS CALLES


Hacia donde Tú vayas, Señor
querrán seguirte nuestros corazones,
por esas calles sucias y oscuras,
donde habita el dolor y el hambre,
por esos callejones donde muere un niño,
donde una mujer es violada o maltratada
o un joven se pierde drogadicto;
en donde quiera esté tu cruz
en una habitación, en un hospital,
en un cerro alto, en una iglesia,
en un pecho, en cualquier lugar
allí quiero ponerme a tus pies
y llorar contigo tu dolor por el mundo,

¿Por qué lloras así Señor?
Llorarás por tanto y por tantos,
por esos niños asesinados, violados, abortados
por la violencia que impera por tus calles,
por ese libertinaje que corrompe,
por esas prostitutas que se venden a cualquiera,
por esos padres divorciados
por este mundo hipócrita
que convierte la verdad en mentira
y la mentira en verdad,
por todos los que no creen en ti,
por tus lágrimas que inundan este valle
por cada pecado cometido,
por todas las Evas y Adanes
por todos los Caínes que matan a sus hermanos.

No terminará nunca tu llanto
para ofrecernos tu amor salvador,
para hacernos comprender
que mientras somos felices
alguien cercano o lejano sufre;
que no todo en esta vida es disfrutar,
que nos toca también el sufrimiento,
que estamos ignorando a quien nos necesita,
que juzgamos con dureza,
¡qué poco humanos somos!

Mientras tú lloras, Señor
las lágrimas de tus clavos y de tus espinas,
del martirio de tu crucifixión,
tu llanto por este mundo sin fe
de nada parece que sirvió;
los hombres se ríen, viven de espaldas a Dios,
creyendo que están construyendo un mundo mejor,
rindiéndole culto a otros dioses, sirviendo a dos amos,
cegados por la mentira, por la codicia,
por la ambición, por tiranos,
y viviendo en las tinieblas del ateísmo.

Tu llanto rueda por las empedradas calles
y nadie lo nota, ¡nadie!
cada quien ve para sí mismo:
el rico en su riqueza,
el sabio en su soberbia,
el gobernante en su corrupción
el ateo en su negación,
el religioso en sus dudas,
y así se acumulan los pecados, las ofensas,
las blasfemias del hombre contra Dios.

Llora Cristo de mis calles
tus lágrimas de Redentor,
que junto a tu Cruz bendita
nuestras lágrimas se mezclen
junto a tu tristeza de Dios solo y olvidado;
llora por este mundo injusto y pecador,
por este infierno que nos tenemos merecido
pero que aún así nos das la misericordia del perdón,
junto a tu llanto vertido por cada pueblo,
por cada oveja perdida de tu rebaño
que espera de ti su salvación.

CÁLIZ AMARGO



Momentos que nos tocan vivir,
días interminables de problemas, mortificaciones,
una cruz que nos cuesta cargar
¡que espinoso es el camino,
parece que jamás acabará!
Hay que tomar del cáliz que la vida nos brinde
con lo que nos toque en suerte penar.

Hay tantas maneras de padecer, de sufrir,
el corazón se nos hace un rosario de penas,
llevando nuestra aflicción a cuestas.
Hoy, una enfermedad,
mañana, la extrema pobreza,
un marido alcohólico, un hijo drogadicto,
un hogar dividido, abandono, soledad.
Humillaciones no faltan, ni ofensas tampoco.

Pero el Señor nos acompaña ,
allí, a nuestro lado está, siempre;
bebiendo contigo, conmigo
de nuestro cáliz amargo.

Ofrecerle a Dios ese martirio, ese calvario,
es nuestro mayor consuelo,
la única respuesta a nuestras dudas.
Su palabra nos llena de esperanza,
su amor nos protege, nos salva.

Nunca la cruz que llevaremos
será tan pesada como la que Jesús llevó;
nunca nuestra copa tendrá la misma hiel
como la que el Señor bebió.
La oración es la mejor compañera
para aliviar esa tribulación,
aceptando fielmente la Voluntad del Padre.

"Señor, haz que pase de mí este cáliz
pero no se haga mi voluntad sino la tuya"